«No se percatan que la televisión es tal vez aún peor que la escuela obligatoria”
Pier Paolo Pasolini
En Abril de 2009, el profesor de psicología social Jean-León Beauvois junto con un equipo científico y técnico multidisciplinar, planificó una variación del experimento Milgram, adaptándolo al universo de un concurso televisivo. Ya que (tras trabajar y dormir) sentarse frente al televisor es la tercera actividad a la que el ciudadano medio de casi todos los países desarrollados dedica más tiempo, se hacía patente su poder como herramienta adoctrinadora.
Dado que captar la atención del televidente resulta cada vez más difícil por la saturación de información que constantemente recibe desde todos los medios, los responsables de los contenidos de las cadenas televisivas tienden a recurrir de forma cada vez más explícita a los temas más reprimidos y primarios del ser humano, como pueda ser la sexualidad y la agresividad, derivando en algunos casos en auténticas degradaciones humanas enmascaradas como pruebas de concursos… Con esta perspectiva, resultaba interesante comprobar hasta qué punto la dinámica de un programa televisivo era capaz de ejercer poder en sí mismo como agente de la autoridad, así como de conseguir ser percibido como divertimento por parte del espectador, a pesar de incluir torturas que se declaraban como reales. Continúa leyendo Conciencia, libertad y obediencia (II)
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